Autor(a) del Mes

Claudio Bertoni
“Tú sabes que los pinos son durísimos. Y nieva tanto sobre esa rama que la quiebra, por el peso. Pero esa misma nieve cae sobre un sauce y la rama del sauce se dobla, se dobla y se dobla. Y cuando deja de nevar, porque no puede nevar para siempre, sale el sol, la nieve se derrite y la rama del sauce vuelve a vivir, a la vida de siempre. Eso es el humor para mí. Me ha salvado la vida a mí y a mucha gente. Yo creo que sin el humor no habríamos durado aquí ni diez minutos.”.
- B. en entrevista a La Tercera, 2020.
Claudio Bertoni es más conocido como poeta, pues ha sido muy prolífico: ha publicado más de treinta libros (principalmente de poesía). Aunque también se le conoce como artista multidisciplinar, desde que comenzó su carrera incursionando como percusionista de jazz-rock, como fotógrafo y escritor en los años 70.
En ese entonces, y tras dejar una carrera en la filosofía, desarrolló su vocación artística junto a la que fue su pareja en esos años, la reconocida artista visual y Premio Nacional de Artes Plásticas, Cecilia Vicuña.
Bertoni atrae por el tono de su poesía, que juega y que es sincera y valiente, poco complaciente y verbalmente insolente: una provocación que rompe el tedio de la solemnidad. Pero también escribe con la honestidad e inocencia de quien se pregunta por lo insondable y por el oficio del poeta; despliega la experiencia sensible del amor y la amistad; y proyecta imágenes que hacen de la poesía un “visionado” verbal.
Pese a que la poesía no es muy leída y menos vendida, Bertoni es uno de los poetas más leídos de las últimas décadas en Chile, y referente de escritores nuevos. Sus libros son de cabecera para la generación nacida en los 70 y 80 y su personalidad se hace querible por un carácter percibido como espontáneo y poco pretencioso.
Publicó su primer poemario en Inglaterra, El cansador intrabajable (1973), y al darse a conocer fue elogiado por consagrados como Nicanor Parra, Enrique Lihn y Roberto Bolaño. Es autor de títulos entre los que destacan Sentado en la cuneta (1990), Jóvenes buenas mozas (2002), Harakiri (2005), Qué culpa tengo yo (Editorial Universidad de Talca, 2012), Antología (Lumen, 2015), Nadie muere (Editorial Universidad de Talca, 2016) y Violeta (Overol, 2019).
Después de los 60 y 70, cuando vivió en Estados Unidos becado por la American Field Service y la Beca Guggenheim, y luego en Europa con Cecilia Vicuña, trabajando en proyectos de arte, regresó a Chile en 1976 para quedarse a vivir en Concón.
En 2020, plena pandemia, a los 74 años Bertoni contó en entrevistas que estaba grabando sus creaciones y continuaba escribiendo en su diario.
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