Autor(a) del Mes

Gabriela Mistral

“Las mujeres formamos un hemisferio humano. Toda ley, todo movimiento de libertad o de cultura nos ha dejado por largo tiempo en la sombra (…). Más sabia en su inconsciencia, la naturaleza pone una luz sobre los dos flancos del planeta. Y es ley infecunda toda ley encaminada a transformar pueblos y que no toma en cuenta a las mujeres”.

—G. M. en “La instrucción de la mujer”, La Voz del Elqui, 1906.

Nacida con el nombre de Lucila Godoy Alcayaga​ en la ciudad nortina de Vicuña, Chile, La poeta adoptó su nombre de autora, Gabriela Mistral, alrededor de 1910, cuando su obra recién comenzó a darse a conocer. Sobre las razones de su seudónimo, la tesis más aceptada es que habría sido por homenajear a dos de sus poetas favoritos; el italiano Gabriele D’Annunzio y el occitano Frédéric Mistral.

Lucila fue una profesora apasionada por la enseñanza y la educación, ejerciendo esta labor en diferentes ciudades y pueblos rurales chilenos entre 1904 y 1921 aproximadamente. En 1906, con su ensayo La instrucción de la mujer, la autora entrega una señal poderosa y rupturista, adquiriendo un compromiso de largo plazo en favor de los derechos de las mujeres a ser educadas a la par con los hombres.

En junio de 1922 se trasladó a México –por gestión del Ministro de Educación mexicano de la época, José Vasconcelos–, donde trabajó en la conformación de un nuevo sistema educativo que, en esencia, se mantiene hasta la actualidad.

Fue en México donde Lucila fortaleció aún más su visión como pedagoga y teórica de la educación, inspirada por las nuevas reformas que buscaban hacer de la escuela campesina e indígena un proyecto identitario e ilustrado.

Ella, además, puso el foco en las mujeres y sus necesidades educativas, y de la experiencia con ellas nació su libro Lecturas para mujeres (1924), una antología que reúne prosa y poesía, compilada e introducida por la Mistral. La edición estuvo pensada para niñas y mujeres de entre quince y treinta años, que en esos años estaban en gran desventaja respecto de sus pares masculinos, puesto que eran privadas de los materiales y recursos académicos que ellos recibían.

La experiencia mexicana terminó de dar forma a su perfil como autoridad literaria y educativa, una articulación de disciplinas que la convirtieron en una figura de influencia para Chile y Latinoamérica.

Los libros de Gabriela Mistral publicados en vida van desde Sonetos de la muerte (1915) hasta Recados, contando a Chile (1957), entre los cuales Desolación (1922), Ternura (1923), Tala (1938) y Lagar (1954) son sus poemarios más conocidos.

Mistral alcanzó notoriedad internacional y ejercía como cónsul en Petrópolis, Brasil, cuando en 1945 recibió la noticia de su Premio Nobel de Literatura por “su obra lírica que, inspirada en poderosas emociones, ha convertido su nombre en un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano”.

El corazón de su discurso al recibir el galardón, se expresa en estas palabras: “Por una venturanza que me sobrepasa, soy en este momento la voz directa de los poetas de mi raza y la indirecta de las muy nobles lenguas española y portuguesa. Ambas se alegran de haber sido invitadas al convivio de la vida nórdica, toda ella asistida por su folklore y su poesía milenarias”.

Gabriela murió en Nueva York el 10 de enero de 1957. La poeta ya se había establecido en esta ciudad para ejercer como cónsul en 1953.

En esa época, la estadounidense Doris Dana –amiga, colaboradora y supuesta pareja de la Mistral— había comenzado el registro de cada conversación que tenía con la poeta. Además, acumuló 250 cartas y miles de ensayos literarios, que se han convertido en los escritos más relevantes de su obra póstuma. Dana, en su calidad de albacea, custodió esta obra por más de cincuenta años.

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